he estado comerciando con criptomonedas durante 8 años, y el momento más loco fue en 2017.
En ese momento, aposté por una criptomoneda llamada ADA, comenzando mi inversión en $0.03, y después de 3 meses subió a $1.20, con las ganancias flotantes de mi cuenta acercándose a 40 veces. Durante ese tiempo, lo primero que hacía cada mañana era revisar cuántos ceros más tenía mi cuenta, e incluso empecé a contemplar si comprar un Porsche — pero, ¿adivina qué? No vendí. Más tarde, ADA cayó de nuevo a $0.20, con el 80% de la ganancia borrada, y el Porsche se convirtió en un BYD de segunda mano. Esta experiencia me hizo entender completamente: en el mundo de las criptomonedas, aquellos que pueden comprar son los aprendices, y aquellos que pueden vender son los maestros.
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